jueves, 15 de octubre de 2020

COVID-19: no volveremos a la normalidad

 

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https://doi.org/10.1016/S2666-5247(20)30151-8Métricas PlumXNext ArticleAccelerating genomics-based surveillance for COVID-19 resp …

Recientemente ha habido un cambio gradual en el discurso de COVID-19 basado en el reconocimiento de que se necesita una comunicación más clara para manejar las expectativas públicas. Aunque no se incluye directamente en este cambio de tono, el llamado efecto fatalismo puede enseñarnos algo. Básicamente, este concepto advierte que si un problema se caracteriza como casi insuperable, muchas personas simplemente se rendirán. Estas personas suponen que el costo de la intervención no vale la pena, dado que perciben que el costo rinde poco beneficio. Por el contrario, también es importante protegerse contra evaluaciones demasiado optimistas, como las de ciertos gobiernos relacionadas con una vacuna contra el coronavirus 2 (SARS-CoV-2) del síndrome respiratorio agudo severo. 

Muchos gobiernos han afirmado con confianza, sin la debida consideración de las consecuencias, dado el potencial de malentendidos en este punto, seamos claros: una vacuna aprobada será beneficiosa y se debe alentar encarecidamente su adopción, pero solo puede ser una parte de la solución. La razón por la que una vacuna no puede ser la solución completa se ilustra con los tres escenarios de vacunas presentados recientemente por Zain Chagla, Isaac Bogoch y Sumon Chakrabarti: una vacuna que previene casi toda la propagación de persona a persona (presumiblemente también detiene la enfermedad; escenario 1), uno que previene la propagación y reduce las enfermedades graves y la muerte (escenario 2), y uno que no previene la propagación, pero reduce las enfermedades graves y la muerte (escenario 3). En esta etapa de la evaluación clínica es difícil estar seguro de si las vacunas reales encajarán en el escenario 2 o 3. Es poco probable que encajen en el escenario 1,

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