Ethan Kross, Philippe Verduyn, Gal Sheppes, Cory K. Costello, John Jonides, Oscar Ybarra Fuente: Trends in Cognitive Sciences DOI:https://doi.org/10.1016/j.tics.2020.10.005 Social Media and Well-Being: Pitfalls, Progress, and Next Steps
Las redes sociales han revolucionado la forma en que los humanos interactúan, brindándoles oportunidades sin precedentes para satisfacer sus necesidades sociales.
Una explosión de investigación ha examinado si las redes sociales impactan en el bienestar. Los estudios de primera y segunda generación que examinaron este tema arrojaron resultados inconsistentes.
Un conjunto emergente de experimentos de tercera generación ha comenzado a revelar efectos negativos pequeños pero significativos del uso general de las redes sociales sobre el bienestar.
Los resultados de estos experimentos enmascaran las complejidades que caracterizan la relación entre las redes sociales y el bienestar.
Si mejora o disminuye el bienestar depende de cómo y por qué la gente lo usa, así como de quién lo usa.
Las personas utilizan las redes sociales por diferentes motivos (por ejemplo, para gestionar impresiones, compartir emociones), que influyen en cómo impactan en su propio bienestar y en el de otras personas.
En un período de tiempo relativamente corto, las redes sociales han transformado la forma en que los humanos interactúan, lo que ha llevado a muchos a preguntarse qué implicaciones, si es que tiene alguna, ha tenido esta revolución interactiva para la vida emocional de las personas.
Durante los últimos 15 años, una explosión de investigaciones ha examinado este tema, generando innumerables estudios y un acalorado debate. Aunque las primeras investigaciones generaron hallazgos no concluyentes, varios experimentos han revelado pequeños efectos negativos del uso de las redes sociales en el bienestar.
Sin embargo, estos resultados enmascaran un conjunto de complejidades más profundas. La evidencia acumulada indica que las redes sociales pueden mejorar o disminuir el bienestar dependiendo de cómo las utilicen las personas. Se necesitan investigaciones futuras para modelar estas complejidades utilizando métodos más sólidos para avanzar en el conocimiento en este dominio.
El rompecabezas: ¿Las redes sociales afectan el bienestar?
La humanidad había coqueteado con la idea de construir una máquina capaz de difundir ideas rápidamente en todo el mundo durante más de 2000 años antes de que todas las piezas necesarias para hacerlo finalmente se unieran para Johannes Gutenberg a mediados de la década de 1400, mientras trabajaba en las costas. del río Ill en Estrasburgo. Se basó en gran medida en la invención de Gutenberg de una técnica para presionar tipos móviles (piense en un juego de scrabble hecho de metal) contra papel y tinta para crear una página impresa (https://www.britannica.com/biography/Johannes- Gutenberg).
Antes de la invención de Gutenberg, se tardaban hasta 2 meses en producir una única copia de un libro. Ahora las imprentas pueden producir 8.000 copias al mismo tiempo.
El efecto que tuvo la imprenta en la sociedad durante los siguientes 100 años fue transformador. De repente, las personas podían leer las ideas de los demás, transmitir nuevos conceptos y responder a lo que pensaban los demás. La imprenta ayudaría a los científicos e innovadores a difundir sus descubrimientos, actuando como una fuerza importante que impulsó la Ilustración.
Sin embargo, la imprenta también marcó el comienzo de resultados negativos. La democratización de las ideas hizo que proliferara cualquier idea, incluidas las que fomentaban el odio y el miedo. Por ejemplo, la Reforma Protestante, un período particularmente violento en la historia europea, fue impulsada por la facilidad con la que Martín Lutero pudo difundir creencias que en ese momento se consideraban heréticas (https://www.history.com/news/printing- prensa-renacimiento). Mirándolo ahora desde el punto de vista ventajoso del siglo XXI, la invención de la imprenta proporciona una analogía adecuada para el mundo en el que vivimos.
A principios de la década de 2000, las redes sociales proliferaron y revolucionaron una vez más la forma en que el mundo se comunica. Cerca de 4 mil millones de personas usan Facebook, Instagram o Twitter, tres de las plataformas de redes sociales más populares, para compartir y consumir información (https://www.statista.com/statistics/272014/global-social-networks-ranked- por-número-de-usuarios /).
Dado el impacto transformador que esta tecnología ha tenido en la sociedad, no sorprende que personas de todo el mundo se hayan interesado en comprender cómo estos medios influyen en sus vidas emocionales.
Durante los últimos 15 años, una explosión de investigación ha abordado este problema. Sin embargo, los resultados de este trabajo están lejos de ser sencillos. Si bien algunos estudios indican que las redes sociales socavan el bienestar, otros estudios sugieren lo contrario, o que las redes sociales no tienen implicaciones para esta faceta de la vida de las personas. Estos conjuntos de hallazgos aparentemente contradictorios han provocado acalorados debates entre los científicos, dejando a muchos confundidos.
Con este contexto más amplio en mente, nuestros objetivos en esta revisión son sintetizar lo que hemos aprendido sobre la relación entre las redes sociales y el bienestar para resaltar las direcciones de investigación futuras que son esenciales para impulsar este trabajo.
Para anticipar nuestra conclusión, nuestro análisis sugiere que, al igual que la imprenta, no hay nada intrínsecamente “bueno” o “malo” en las redes sociales.
Si ayudan o dañan el bienestar depende de cómo y por qué las personas los usan, junto con quién los usa (Figura 1).
Compartiendo emociones
Décadas de investigación indican que cuando experimentamos fuertes emociones positivas y negativas, nos sentimos intensamente motivados a compartirlas. Según la Teoría de las emociones del intercambio social de Rime, hacerlo nos ayuda a perseguir dos objetivos: la satisfacción de nuestras necesidades socioemocionales, lo que implica obtener el apoyo de los demás para ayudarnos a validar nuestros sentimientos, normalizar nuestras experiencias y saborear estados positivos y nuestras necesidades cognitivas que implican recibir consejos de otros para ayudarnos a dar sentido a nuestras experiencias.
Las redes sociales brindan a las personas oportunidades sin precedentes para perseguir estos objetivos al permitirnos conectarnos instantáneamente con personas cercanas (es decir, capital social vinculante) y más distantes (es decir, capital social puente). De hecho, una amplia gama de estudios indica que las redes sociales brindan retroalimentación que satisface las necesidades socioemocionales (es decir, ‘apoyo emocional’) y cognitivas (es decir, ‘apoyo informativo’) de las personas y mejora sus niveles de apoyo social percibido y recibido.
En algunos casos, los beneficios de apoyo que las personas obtienen de las redes sociales superan a los que obtienen en el mundo real. Por ejemplo, un par de estudios encontró que las personas con depresión, que tienden a recibir menos apoyo que sus contrapartes no deprimidas fuera de línea, recibieron más apoyo en las redes sociales.
Al igual que con la investigación sobre comparaciones sociales, existen salvedades asociadas con estos hallazgos. Por ejemplo, cuanto más interactúa uno con los miembros de su red y más rápido recibe respuestas de ellos, mayor es su percepción de apoyo. Además, por razones que aún no están claras, los hombres, los euroamericanos y los estudiantes más jóvenes tienden a beneficiarse menos del apoyo de las redes sociales que las mujeres, los asiáticos y los estudiantes mayores.
Sin embargo, la investigación existente apoya la idea de que las redes sociales refuerzan el apoyo real y percibido de las personas, variables que son de importancia central para el bienestar.
Pero así como las redes sociales nos brindan nuevas oportunidades para buscar y brindar apoyo, también nos permiten compartir nuestros sentimientos de maneras que lastiman a los demás. En este sentido, una gran cantidad de literatura muestra que las redes sociales brindan a las personas plataformas para el ciberacoso y el trolling, conductas antisociales de prevalencia moderada (rango: 10-40%) que impactan negativamente en el bienestar de los demás.
Aunque las diferencias individuales juegan un papel en la determinación de quién se involucra en estos actos, ciertas características de las redes sociales los promueven. Por ejemplo, las redes sociales eliminan las señales que activan las respuestas empáticas durante las interacciones cara a cara, que limitan el comportamiento agresivo. También facilitan que las personas compartan sus emociones cuando alcanzan su punto máximo y están más motivadas para hacerlo.
Las redes sociales también juegan un papel en la difusión de la indignación moral que contribuye a la deshumanización de los demás y puede reducir la acción colectiva y profundizar las divisiones sociales.
La evidencia emergente sugiere que las redes sociales son particularmente hábiles para difundir la indignación.
Por ejemplo, un estudio de muestreo de experiencias encontró que las personas tenían más probabilidades de entrar en contacto y responder intensamente a las declaraciones de indignación moral en línea (probablemente incluidas las redes sociales) que fuera de línea.
En conjunto, estos hallazgos demuestran que las redes sociales nos brindan una nueva plataforma para satisfacer nuestro deseo de compartir emociones con los demás. En algunos casos, estas divulgaciones están vinculadas con resultados positivos de bienestar, brindando nuevas oportunidades para que las personas obtengan apoyo social. Sin embargo, también pueden promover resultados negativos al proporcionar una plataforma para el ciberacoso, el trolling y la difusión del odio.
Observaciones finales Las redes sociales, como la imprenta, representan un tipo de tecnología disruptiva que aparece una vez en una generación. Durante los últimos 15 años, la ciencia ha hecho un trabajo admirable al hacer avanzar nuestra comprensión del impacto que estos medios tienen en nuestro bienestar, pero el trabajo no está completo de ninguna manera. Quedan numerosas preguntas. Dada la energía y el entusiasmo que caracterizan el trabajo en esta área, y el enorme nivel de talento que trabaja para resolver estas preguntas, sospechamos que los próximos 15 años estarán maduros con descubrimientos que harán avanzar nuestra comprensión de cómo esta tecnología ubicua influye en nuestras vidas emocionales. |
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