¿Perseguimos variables a corregir o personas a quienes ayudar? ¿Buscamos la significación estadística o la relevancia clínica?
Es frecuente que admitamos explicaciones que nos producen lo que se ha llamado “satisfacción intelectual” pero que no son ni científicas, ni verdaderas. Nos permiten mantenernos en nuestra zona de confort y nos evitan el esfuerzo de impugnar nuestras propias creencias convertidas en sentido común clínico. Las personas necesitan aferrarse a un conjunto de creencias compartidas si han de enfrentar un ambiente hostil, inquieto y desconocido. Cambiar nuestras creencias demanda un esfuerzo y el coraje de admitir que hemos estado equivocados. La ciencia exige esa honestidad, incluso a costa nuestra autoestima. No se investiga para sostenernos en la comodidad de lo ya conocido. Que un hecho resulte contraintuitivo nada dice de su valor de verdad si se llega a él por métodos científicos rigurosos. Muchas veces a lo largo de la historia los nuevos conocimientos han creado incertidumbre y generado rechazo o controversia. Pero la contraintuitividad (o «asombro» epistémico) es la marca distintiva de la originalidad en ciencia y no debería asustar a nadie.
El demonio de lo establecido (atrapados por las creencias)
Dondequiera que vamos encontramos hombres y mujeres que hacen esfuerzos extraordinarios para evitar cambiar sus mentes. No importa lo que ocurra se tiende a continuar con los esquemas establecidos, con un modo de ver la realidad. Cambiarlo implica un aceptación del error y un esfuerzo personal; hoy pocos parecen estar dispuestos a afrontar el desafío.
En ciencia y en medicina, el fracaso de un resultado experimental para ajustarse a la predicción de un paradigma maduro es a menudo considerado como un error del investigador en lugar de una refutación de la hipótesis. Sin embargo, cuando se acumula suficiente evidencia no confirmatoria, la creencia en el viejo paradigma llega a una crisis que promueve la aceptación de nuevas teorías. La evidencia empírica permanece, pero las interpretaciones cambian.
Thomas Kuhn denominó a esta transición abrupta “cambio de paradigma". Esta situación se traslada al ámbito de la implementación en la práctica clínica. Una teoría que “explica” los hechos de un modo que produce cierta serenidad intelectual suele ser sostenida durante mucho tiempo, incluso cuando sus predicciones no se cumplen y los hechos la refutan a diario. Posverdad, temor a la incertidumbre, desprecio por los hechos.
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