miércoles, 2 de junio de 2021

¿Quién es es mi paciente?

 

Asistimos a cuerpos con historias de vida, memoria, emociones, creencias, instintos

Autor/a: Dr. Ricardo Marionsini 

Hoy entendemos a la enfermedad como una disrupción biológica narrativa (biología y biografía) y este, debería ser el punto de partida para asistir a las personas enfermas, dejando  atrás el modelo biomédico y ejercer un modelo integrador bio-psico-socio-cultural.

El binomio mente/cuerpo es indivisible.

La formación médica es un continua, comienza con la  preparación  universitaria que introduce una organización de conceptos y conductas que vamos respetando en nuestro accionar de todos los días,  y continuamos  con las actualizaciones (hoy, basadas en evidencias) que nos proponen guías, estrategias que simplifica y unifica el ejercicio profesional, pero cuidado, estas estadísticas se  instalan en nuestros procesos de planificación cognitivas y en función de sus resultados  que aceptamos como verdad absoluta tomamos conductas, tratando de minimizar errores de diagnósticos y/o tratamiento.

Según el médico inglés Des Spence: “El papel de un médico no es ni investigar, ni seguir las guías sino interpretarlas, y a menudo ignorarlas; es decir, producir un cortocircuito en la maquinaria médica mecanizada (a veces intencionada) para el beneficio de sus pacientes”.

El  modo en la  presentación de un “sujeto problema” en un ateneo, seminario o evento científico, donde un destacado equipo de profesionales de distintas especialidades se preparan para ofrecer sus conocimientos e intercambiar conceptos o pensamientos para consolidar una estrategia con la finalidad de optimizar una conducta, es observable.

Es habitual ofrecer datos aritméticos y variables fisiológicos que condicen solo con una parte de la totalidad de un sujeto, y con frecuencia se trata de “encajar” en las categorías que el conocimiento científico nos propone para clasificarlos.

Dejamos de lado importantes conceptos que pueden justificar mecanismos desencadenantes de la situación actual, nos abocamos a los antecedentes de enfermedades familiares y personales, el inicio de los síntomas, e ignoramos argumentar sobre sus padecimientos, olvidando que los trastornos corporales ocultan historias, dramas, y fantasías inconscientes (Chiozza).

Debemos entender que asistimos a cuerpos con historias de vida, memoria, emociones, creencias, instintos, por esta razón es necesario aportar aspectos emocionales, cognitivos, de conducta que puedan tener vinculo con los  acontecimientos relacionados a su salud.

En pacientes, con medicación neuromoduladora que nos orienta pensar de un psiquismo disfuncionante, no es habitual integrar datos de sus rasgos de su personalidad, acontecimientos de significación, intensos o imprevisibles recientes de sus emociones.

Asistí a la presentación de un paciente (de mi consultorio) con historia cardiovascular de importancia (5 by pass). Consulta por dolor precordial típico  e ingresa a unidad coronaria  con diagnostico de un síndrome coronario agudo (lo habitual que un antecedente de mucha relevancia, nos defina el camino del pensamiento, y es logico). A pesar de sus recientes controles (3 meses) se imponía ser estudiado profundamente.

Una vez realizados sus estudios y no encontrar causa determinante del nuevo síntoma, lo lógico y prudente es modificar el esquema de tratamiento. Sin respuesta después de un tiempo de espera, volvemos a intentar lo mismo, un nuevo esquema, que nos llevara al mismo resultado (muchas veces me pregunto porque lo hacemos).

Nadie le pregunto. A este paciente  se le aproximaba la fecha de la muerte de su hijo (26 años), en silencio, con sufrimiento, observaba la tristeza y cambio en el carácter de su esposa y fue sorprendido días anteriores con el diagnostico de  mieloma en su hija, cursando un embarazo de 5 meses. Una tormenta perfecta.

Todo lo orgánico se debe pensar, pero no se puede olvidar los acontecimientos emocionales.

Este paciente después de varios esquemas de tratamientos fallidos, mejoró con un estabilizador del estado de ánimo y ansiolítico, a pesar de haber rechazado su tratamiento inicialmente, por considerar que no podía ser su sistema nervioso.

Médicos y pacientes, creemos que somos capaces de ver la realidad tal como es, de pensar según reglas lógicas y de extraer conclusiones sustentadas en los datos; pero eso es una ilusión.

No se puede pensar por fuera de una cultura, sin conocer la historia completa de los acontecimientos, sin un repertorio de conceptos que  permiten categorizar las percepciones, porque nunca, nadie piensa, siente y actúa si no es en interrelación con otro sujeto y su medio.

Entiendo perfectamente al residente presentar a un caso problema de manera tradicional, por comprender que la información que hoy dispone  es positiva, genera sensación de actualización y rigor científico.

Es común ver, la mera acumulación de información acerca de un proceso y crear la ilusión de que lo entendemos y vamos a resolverlo desde una mirada, olvidando que  entender algo no es lo mismo que describirlo o saber cómo intervenir para modificarlo.

El inconveniente radica en “sus instructores”, con conocimientos y por experiencia, comprenden que el diagnóstico siempre es tripartito: diagnóstico de enfermedad, de estructura de personalidad y de situación.

Saben que la enfermedad es la suma de múltiples pequeñas contribuciones, todas interactuando, hasta alcanzar un punto de desequilibrio, y también conocen que el paciente es único y diferente.

Es tan  importante conocer al paciente y su entorno como su enfermedad.

¿Le preguntamos a nuestros paciente cuando lo vamos a medicar qué es importante en su vida,  sus proyectos, su actividad social, hobbies?, porque puedo a través  de un fármaco obtener un  excelente efecto buscado, y al mismo tiempo, producir otros efectos que impiden el desarrollo de actividades “esenciales” para sus deseos.

Es un riego silencioso dejar a las nuevas generaciones transitar el mismo sendero  y no introducir en ellos una transformación de ideas y categoría de pensamientos.  

Seguramente los instructores, sienten que saben, sin embargo, en muchas ocasiones esa sensación es falsa, creemos que sabemos lo que, en verdad, ignoramos.

La medicina actual ha alcanzado un extraordinario desarrollo científico-técnico, la especialización profundiza el conocimiento del órgano y el sistema, en cambio, no ha sido similar el desarrollo de la ciencia en el canal de la comunicación con el paciente.

No es un problema simple o menor, los aspectos relacionales son vitales para conocer las vivencias de los pacientes y la búsqueda de acuerdos.

Los pacientes se interesan saber si somos competentes, pero también si somos humanos; valoran como son recibidos, nuestra  manera de escuchar, la forma de hablar y los silencios adecuados (reflexión del paciente), estas razones en muchos sujetos los pre dispone a poder expresarse en un dialogo inimaginable.


Autor: Marionsini Ricardo

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