A mediados de los 50, el nóbel de física Enrico Fermi planteó una pregunta a sus colegas: "¿Dónde están?". Todos comprendieron que se refería a otras civilizaciones extraterrestres. Su pregunta continúa hoy sin respuesta.
La paradoja de Fermi es la contradicción entre la alta probabilidad de no estar solos en el Universo, y la ausencia de cualquier rastro de vida extraterrestre.
La Tierra no parece tener nada de especial para que la vida haya evolucionado en ella. Es un planeta normal de un Sistema Solar normal, en una galaxia normal. En el universo hay millones de planetas con las mismas características que la Tierra. La vida debe de haber evolucionado en muchos otros lugares.
En algún momento y lugar, tuvieron que existir civilizaciones mucho más avanzadas que la nuestra. El universo tiene casi 14.000 millones de años. Es tiempo suficiente para que los pobladores de las primeras estrellas desarrollen la tecnología necesaria para explorar y colonizar la galaxia. Sólo hay que pensar en lo que nosotros hemos conseguido en menos de 200.000 años, desde que nació nuestra especie.
Incluso, aunque hubieran desaparecido, quedaría algún rastro. Las señales y ondas de radio pueden viajar por el espacio incluso millones de años después de que una civilización desaparezca.
Es posible que aún estemos en los inicios de nuestra exploración espacial, y por eso no hayamos encontrado nada. Apenas llevamos medio siglo. Aunque nuestros avances han sido importantes. Bastaría con encontrar el rastro de una sola civilización, de las muchas que deben existir o haber existido.
Para una civilización mucho más avanzada que la nuestra, las grandes distancias interestelares no serían un problema. Podría alcanzar velocidades cercanas a la de la luz. O emplear atajos como los agujeros de gusano, que predijo la teoría de la relatividad de Einstein.
También es posible que encontremos algún rastro de vida extraterrestre y lo pasemos por alto. Siempre pensamos en formas de vida similares a la nuestra. Vida basada en la molécula de carbono, que vive en un planeta rocoso y necesita agua líquida para subsistir. Pero tal vez en el Cosmos haya formas de vida tan distintas a la nuestra que ni siquiera seamos capaces de reconocerlas.
La paradoja de Fermi se formuló en un momento en que la sociedad estaba obsesionada con la vida extraterrestre. Fue la época de más avistamientos ovni de la historia, de relatos de ciencia ficción y conspiraciones sobre alienígenas que estaban entre nosotros. Los extraterrestres parecían estar por todas partes. Pero, la realidad es que seguimos solos.
Mientras pasa el tiempo, la energía oscura hace que el universo se expanda cada vez a mayor velocidad. Las galaxias están cada vez más alejadas unas de otras, y nuestras posibilidades de encontrar vida ahí fuera disminuyen.
Ahora, en pleno siglo XXI, la reflexión de Fermi sigue vigente: ¿dónde están?
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